¡El Rojo Ruge!
Vi el sorprendente Racing-Independiente en el Cilindro de Avellaneda, y no pude sino delitarme con las grandes sorpresas que tenían preparados los del Turco Mohamed para los amantes del buen fútbol. Independiente perdió 2 a 0 y pudo haber perdido 4 a 0 y es precisamente eso lo meritorio: la identidad no se resigna en función de un resultado más o menos favorable. La identidad es lo que cuenta, y este Independiente lo demostró en el clásico con Racing. Llevaba Independiente, dos triunfos consecutivos. Llevaba, la Academia, tres partidos sin conocer la victoria. Independiente venía en ascenso y Racing venía en declive, sí, pero los antecedentes no tienen ningún valor a la hora de los clásicos. Independiente quiso revalidar esa máxima, ¡y vaya si la revalidó! "El fútbol es un juego. ¿Para vos es un drama? ¡Para mí es un juego!", increpó el Turco, triunfal en la circunstancial derrota, a una periodista de esas que analizan los partidos con el diario del lunes y el resultado puesto. El fútbol es un juego. ¿Para qué hacerse mala sangre con un 0-2?¿Qué problema hay si al rival -que no es un enemigo: que es, apenas, el circunstancial adversario- le toca ganar el clásico?"Los clásicos se ganan", sentenció el materialista delantero colombiano Teófilo Gutiérrez, quien hizo cuanto estuvo a su alcance (un gol y un pase gol) por concretar su deseo. El Turco le permitió ser feliz. ¿Tanto quería ganar?Bien: ganó. Una pena por Teófilo, porque su felicidad circunstancial es el árbol que le tapará el bosque, que le impedirá comprender que lo esencial es invisible a los ojos y que el fútbol es un juego y nada más que eso. Algunos hinchas de Independiente se asociarán al nefasto de aquellos que prefieren ganar los clásicos y no perderlos, aquellos que sacralizan los resultados y olvidan que el fútbol es un juego, y más que eso: es la dinámica de lo impensado. Y si Racing venía de tres partidos sin victorias e Independiente venía de dos victorias consecutivas, no había nada más impensado, esta vez, que un triunfo de Racing. Los verdaderos hinchas de Independiente deberían acallar las puteadas y gritar una vez más:¡Qué viva el fútbol!".
Por El Goleador Fantasma
Fuente: Revista Barcelona Nº 211