El apasionante Torneo Clausura Néstor Kichner
Estudiantes es el puntero del torneo, más allá que perdió tres de los ocho encuentros que disputó. El otro puntero es River, cuyo objetivo declarado es salvarse del descenso. San Lorenzo, que acaba de perder jugando como local ante Colón, podría quedar como único puntero si ganara su partido suspendido ante Vélez. Racing perdió tres partidos seguidos, y sin embargo está a tres puntos de Estudiantes y River. Así podríamos seguir hasta que se cumplieran los 2000/2200 caracteres que habitualmente tiene esta columna.

Ya me imagino que estarán los cagatintas de siempre: que este torneo es una verdadera porquería, una bola de mediocridad absoluta en la que nadie se destaca, que el campeón será el menos malo, etc. Tan afectos a sembrar la negrura son los cagatintas, que se muestran incapaces de ver lo evidente: si ningún equipo llegó a sumar dos tercios de los puntos es justamente porque todos son muy buenos (¡esos son los mismos que dijeron que el encuentro, riquísimo en variantes tácticas, Argentina-Costa Rica fue un soberano embole!).
La excelencia dicta la paridad y la paridad hace difícil que los equipos se superen entre sí. Y en ese momento preciso, los cagatintas se quejan. Sepan que el fútbol argentino elude la rutina: no tenemos ningún equipo que juegue siempre igual, como el tedioso Barcelona. A River, el orgulloso puntero que dirige J.J. López, le costó un montón ganarle al cuasidescendido Quilmes de Caruso Lombardi (2 puntos, sí, pero un gran funcionamiento colectivo). El equipo de la banda roja ganó con una verdadera jugada "de otro partido": 25 toques. Antes y después de dicha jugada, no hizo dos pases seguidos: lo bueno viene en frasco chico , pensará J.J., y tiene razón, claro. ¿Y ahora qué dicen de Angelito Cappa? Le pedían que garantizara la permanencia en primera de River y el teórico del Fútbol sin Trampas, el entrañable porteño de centroizquierda, la garantiza desde La Plata, dirigiendo a Gimnasia. De los dos lados de la tabla, el fútbol argentino ofrece ribetes apasionantes.
Así las cosas en esta maravillosa dinámica de lo impensado.
Por El Goleador fantasma
Fuente: Revista Barcelona Nº 210