Ley de Ventaja

por El Goleador Fantasma

Gimnasia se lo toma con Cocca

Decían los cagatintas de siempre, que Diego Cocca era un entrenador “ofensivo”. Que pensaba en el arco de enfrente por sobre todas las cosas, que patatín y que patatán. Esta tendencia a rotular a la gente, a encasillarla, a colgarle una etiqueta, puede ser traicionera a veces. Y ahí está el entrenador de Gimnasia, desmarcándose, desafiando los lugares comunes, estableciendo nuevos paradigmas. Hasta el momento, se jugaron cinco fechas del Apertura 2010. ¿Cuántos goles hizo Gimnasia? Cero. ¿Cuántos? Cero. Ni uno. Nada de nada. 450 minutos con sus correspondientes descuentos. Y nada. La pelota circula, el equipo encara, el rival hace goles, pero Gimnasia… nada. En la cumbre del desapego por el resultado, el equipo de Cocca ha renunciado a lo que se supone es la razón de ser de este deporte. Y nadie, lo que se dice nadie, advierte esta verdadera revolución silenciosa que emprende el equipo de La Plata. ¿Decían que la España campeona del Mundial tenía escaso poder de gol? Ahí está el equipo de Cocca para matarle el punto a Del Bosque y sus megaestrellas. No hay, en este momento, demasiadas adhesiones a este proyecto futbolístico increíble. Los cagatintas (y los aficionados lobotomizados por los cantos de sirena de cagatintas, que siempre se inclinan por el vil resultadismo antes que por el fútbol vistoso y bien jugado) prefieren dejarse llevar por las mismas letanías de siempre: destacan a los equipos que ganan, que hacen goles, como si eso tuviera algún valor. Gimnasia está quedando en la historia: es un equipo que tiene más de un siglo y que jamás salió campeón. Pero uno cosa es no salir campeón y otra cosa muy distinta es no hacer goles. Claro que a menudo una cosa lleva a otra, pero es importante cómo se consiguen los objetivos, cuál es el camino que nos guía hacia ellos. Gimnasia es un equipo austero. Seco. Reseco. No tiene nada que festejar. Ni un triunfo. Ni un gol. El equipo llega hasta los tres cuarto de cancha rival con un envidiable manejo de pelota, con toque prolijo, sin revolearla. Y después, después, qué importará el después. El fútbol argentino se reinventa y se redescubre cuando uno menos se lo espera. Y el joven entrenador de Gimnasia lo está haciendo una vez más. Señor Grondona, preste atención.

H. R. War

Revista Barcelona - Septiembre 200

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